viernes, 22 de mayo de 2009

TEXTO DEL DISCURSO DE GRADUACIÓN 08-09

Estimados padres, apreciados alumnos, queridos colegas:
Un año más estamos aquí para celebrar “lo Bachilleres” que son nuestros alumnos.

Hace nada, tan sólo un rato, como quién dice, se sentaban en sus rodillas y se ponían el babero de felpa perdido con la papilla de frutas de la merienda. Hace nada, tan sólo un rato, nos miraban con ojos de susto al dejarles el primer día de clase en el colegio. Algunos lloraban con desconsuelo, otros, contentos con la novedad, se perdían en el mar multicolor de mochilas y estuches, de libros y lápices con olor a nuevo.

Siempre se quedaban ustedes mal. Si lloraban, porque sentían que sus polluelos se quedaban allí entre paredes desconocidas con desconocidas gentes que hablaban en otros idiomas, los idiomas de la cultura, del saber, de cosas que a veces ustedes desconocían, y procuraban ustedes disimular el pellizco que tenían en el estómago, se daban media vuelta muy rápido enjugándose una lágrima para que no les vieran. Si no lloraban también les quedaba un pequeño desconsuelo, el de que no se hubieran dado la vuelta para decirles adiós, el de que hubieran desaparecido en la vorágine de las cosas nuevas, sin casi darles ni un beso, viéndoles sonrientes y contentos, casi ya sin echarles de menos, sintiéndose prescindibles por primera vez. Y también sacaban el pañuelo y se secaban esas lágrimas que casi les sorprendían después de esa pequeña, imperceptible, punzadita de celos, y se repetían ustedes infundiéndose valor “es ley de vida”, “¿qué preferías que no se desenvolviera bien?”.

Tantos desvelos, ¿verdad?, tantas noches a la cabecera de la cama cuando tenían fiebre. Aquella cantinela repetida cuando les tomaban la lección, las tablas de multiplicar, el primer susto cuando venían con las rodillas arañadas, o aquella temida llamada si no se portaban bien en el colegio o en el instituto. Tanta sorpresa cuando dieron el primer portazo, cuando nos dijeron con su vocecilla melodiosa “tú no te enteras”, “¿ qué hay de malo en llegar a las dos de la mañana?”, “¿ y qué pasa, se me ha olvidado llamarte?.Tampoco es para tanto, esta mujer – siempre suele ser “esta mujer” -¿qué me va a pasar por ahí fuera?, ah, de paso, ¿tienes veinte euros sueltos?”. Y ustedes ahí, al pie del cañón, inasequibles al desaliento. Esforzándonos también por poner nuestra voz más melodiosa, como ellos, “¿ y con quién vas?”, y siempre la clara, concisa respuesta: “con mis amigos”, “ y dónde vais?”, y otra vez la clara y concisa respuesta “por ahí”. Después de ese breve intercambio de palabras, tan clarificador y transparente, ustedes ahí tan contentitos, y sobre todo “esas mujeres”, con los ojos como platos y la noche en vela. También eran bastante interesantes las conversaciones de lo que se hacía en el colegio, “qué has hecho hoy?”, “nada”, “¿cómo se llama el libro que te tienes que leer?””No me acuerdo”, “¿por qué no me has dado el papel del Instituto que le ha dado el vecino a su madre?” “Se me ha olvidado”.

Hace poco, casi nada, pasamos las páginas del album, eso ustedes, porque ellos ya no saben lo que es eso, que las cuelgan de Internet y las retocan con fotoshop. Se van perdiendo las referencias, el otro día una orquesta de cámara que vino al instituto tocó unos acordes del Yesterday de Los Beatles y nadie reconoció la canción Hace poco en una clase un alumno me preguntó que qué era un sifón, ya ven, lo que son las cosas. Pasamos esas páginas metafóricas del album, y las fotos que tienen esos triangulitos de plástico adhesivo transparente se van despegando y vemos reflejados sus gestos, los guiños, aquellos retazos de la historia de sus vidas, el viaje a la playa para hacer el rodaje al coche, el chiringuito aquél, cuando dejaron el chupete y lo que les costó y a lo mejor darían ustedes íntimamente algo, no sé qué porque no crecieran. Ya, ya sé que el impulso es momentáneo. Pero nos pasa. No, si es verdad que estamos encantados de que estén hoy aquí, pero si no hubieran crecido, no se irían después a la discoteca y no se les olvidaría llamarnos, uy ¡llamarnos!, es un decir, hacer la llamadita perdida esa porque nunca tienen saldo.

Aquí están estrenando el día. Hoy 21 de mayo, Asunción de María. Casi, casi, extrapolando la imagen, momento en que sus cuerpecillos y almitas abandonan esta tierra media de la Serna, alumnitos de los anillos y levitan al cielo, al Olimpo del saber. Ya caerán desde mañana porque mañana les espera la realidad de la vida. Los exámenes, la carrera, las hipotecas, los impuestos, los niños, la obesidad y la alopecia. Pero hoy disfrutan suspendidos en este limbo mágico, medio niños, medio hombres y mujeres. Hoy día 21 todo es posible, Hoy víspera del día de Santa Rita, patrona de las causas imposibles y de las enfermedades. Estaban pochísimos estos niños, por cierto, tengo que decirles que no sé si les habrán dado de comer muy bien este año. A ver qué han hecho ustedes: están delgaduchos, pálidos y ojerosos. Mis alumnos, además, eran super mocosos. La cantidad de kleenex que he tenido que dar, menos mal que no me he tenido que dedicar a limpiar los mocos, pero casi. He rememorado los tiempos en los que daba clase en preescolar. No había examen sin el correspondiente concierto de sorbetones. Por favor, un ruego para los padres, preparen unos paquetitos junto a los bolis del examen de selectividad.
La cantidad de análisis de sangre que habré firmado, por cierto. Ahora comprendo el dicho de que la letra con sangre entra, claro, por eso se han sacado tanta, para que les entrara más letra.
Depresiones, pérdida de cabello, desmayos, adelgazamiento continuo a pesar de las chuletas, ¿he dicho chuletas?. Alguno se la dejó debajo de la cajonera del pupitre. Cansancio. Esa sensación de hace casi nada de desfondamiento, rebeldía, llanto continuo sin que venga a cuento, risa desmedida y desatinada que no tiene fin en los momentos más inoportunos, en mitad de la clase, que parece que nos han contado el mejor chiste de nuestra vida o al leer las preguntas el examen, que a veces parecen un chiste malo o están casi , casi en chino.
Claro, ustedes, no sin razón, nos echan la culpa a nosotros. Y es verdad, cuánto sadismo en nuestras acciones, cuántas lecciones y cuántos esquemas. Exámenes de verbos irregulares sin venir a cuento. Exámenes de esto, trabajos de aquello, libros interminables. Y bajando puntos a diestro siniestro. Por una letra de nada, be o uve, ¡qué más daba!, 0,25. Por una tilde menuda, de esas que no tiene importancia, otro tanto. Y ese verbo en latín, o esa declinación ¿ qué más daba rosa o rosae, hombre?. Si habéis aprobado todo, corred con pies ligeros, corred en buena hora, yo os exhorto a que no volváis por aquí. No vaya a ser que os recalculen la nota y os digan que os tenéis que quedar aquí un añito más. Partid por esos mundos sin pena, mirad la vida con ojos curiosos, estas paredes ya se os han quedado pequeñas. Es como cuando ibais creciendo y la ropa ya no os valía. Partid y no lo penséis más.
Si no habéis aprobado todo, no os preocupéis, nadie se ha quedado aquí eternamente, ni siquiera Albina que está sólo de visita. Bueno el otro día abrí un armario y me encontré con un cuerpo momificado pero creo que era un profesor que estaba preparando exámenes.
He tenido unos alumnos espléndidos este año. Omar que me preguntaba cada cinco segundos si tenía la nota media. Sandra, Silvia, Esther y Estefanía que sólo me saludaban en inglés por los pasillos, dentro de clase hablaban en español. Noemí y Ana para quiénes el reloj marcaba siempre “menos veinticinco”. Ha sido divertido irme con ellos al cine “pero la peli tendrá los subtítulos altos ¿no? para poder leerlos”. Y ahora con algunos nos iremos a Londres donde descubrirán que todo el mundo habla un idioma extranjero que no es el español.
También tengo que agradecer que me aguantaran tanto, que se aprendieran de memoria todo lo que les he pedido incluso los verbos irregulares, que me sonrieran de vez en cuando y no sólo en vísperas de las notas, que vinieran a mi clase y se esforzaran por aprender aunque hiciera mucho sueño. Tengo que agradecerles que me demostraran que estaba equivocada, que aunque a algunos, ¿verdad Jonathan?, vinieran mucho por Jefatura, eran estudiosos, maduros y buenas personas, que si me prometían que iban a estudiar para la quinta recuperación lo hayan hecho, que me hayan dado lecciones de pundonor, pasando por circunstancias muy dolorosas, ¿verdad Cristina? Y que no se hayan perdido ni una sola de mis clases. He aprendido mucho de vosotros, como cada año.
Para terminar quiero exhortaros a seguir siendo vosotros mismos, a dejaros aconsejar, cuando convenga pero también a no tener miedo a expresar vuestra opinión de forma educada y correcta. También los padres y los profesores tenemos que escuchar la voz de estos chicos que empiezan a tener, afortunadamente, criterios propios. No desechemos lo que nos dicen, no les digamos que no entienden, algunos tienen la percepción, la intuición y el sentido común teñida de una frescura, una alegría y una ingenuidad que a nosotros nos falta. Hay que ser humildes para aprender de ellos.
En cuanto a las clasificaciones, ojo con ellas. La cultura no es de ciencias ni de letras. Despreciar lo que no se conoce es sinónimo de ignorancia y atrofia mental. Los sabios renacentistas exploraban todos los campos del saber con idéntica curiosidad. Si leéis los escritos de los pensadores de la antigüedad no encontraréis ninguna descalificación hacia otras ramas, antes al contrario, leeréis entre sus líneas admiración y respeto hacia los demás.
Afrontad vuestro primer paso hacia la madurez con humildad. Aquí no habéis aprendido nada, cada día es un aprendizaje continuo. Recordad las palabras de Sócrates “Sólo sé que no sé nada”. Sed generosos también con vuestro conocimiento, ayudad a otras personas. No os creáis más que nadie.
Supongo, porque todos estos años dan para mucho, que algunos tendréis espinitas clavadas de aquí y de allí. Algunos de los que luego me visitan traen guardado en el humeante termo de los recuerdos un rosario de de agravios y penalidades sin fin. Esas cosas, ya sabéis, yo tenía que haber hecho esto, tú aquello, todo muy cansino y complicado. Por si os sirve de algo, y este mensaje también va para los padres os dejaré con la reflexión del filósofo Max Weber: “No hay nada más abyecto que practicar una ética que sólo busca tener razón y que, en vez de dedicarse a construir un futuro justo y libre, obliga a ocuparse en discutir los errores de un pasado injusto y esclavo con el fin de sacar ventajas morales y materiales de la confesión de la culpa ajena”.
En fin, ya sabéis lo que dijo Machado: “De cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. En una proporción que englobara a la raza humana, espero que pertenezcáis a la última cabeza. Muchas gracias.

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